martes, 14 de junio de 2011

GAUCHO MATRERO Y SUS COPLAS Nº 5


Gaucho Matrero 5
Autor: Antonio "Pucho" Revello


Dos por tres salta al tapete
Cierta clase de primicias
Son temas globalizados
Encarnado en las noticias.

Hay mucha gente en el mundo
Que se la pasa güeveando
Con este tipo de líos
Siempre la van pechugando.

No hay periodismo discreto
Todos quieren novedad
Metale sangre a rolete
Y… alguna enfermedad.

Hace añares fue la gripe
Que venía de Hong Kong
Y te dejaban el traste
Rechiflao…con la inyección.

Hubo de todo en la huella
La difteria, el paludismo,
La viruela, la hepatitis,
El cólera y botulismo.

Se vino la gripe Aviar
Pobrecitas…las gallinas,
Después le tocó al chancho
Autor de fiebre porcina.

Ahora a los españoles
Con la crisis del pepino
También tuvimos nosotros
Lo del propóleo y el vino.


Si rebusca en la memoria
Hace tiempo allá en Europa
Hubo crisis ganadera
“El mal de la vaca loca”

Se comenzó a investigar
Como se curtió ese mambo
Fue culpa del manoseo
Ocasionado en el tambo.

Ordeñaban a las vacas
En tres momentos del día
Se pasaban de franela
¡¡ Y sin ninguna alegría ¡¡

Saltaban el alambrado
Pobrecitas… ¡¡ Calentonas ¡¡
En busca de un toro macho
Que les calme las hormonas.

Imaginese …Señora
Si se lo hacen a Usted
Que le acaricien las tetas
Y que la dejen de a pie.

Por eso dice el Matrero
En esta oportunidad
Meta palo y a la bolsa
No discrimine…Jamás.

Ya que está…le hacemo’ un dentre
Al tema de votaciones
Vaya buscándose un santo
Para alinear oraciones.

Ya que ando por aquí
Como cenicero e moto
Voy a tirar unas líneas
Para irritarles el poto.

Se vienen las elecciones
Preparese…ciudadano
Los versos que va a escuchar
De políticos urbanos.

Ya empezaron los insultos
Y las mentiras cruzadas
La alusión a la familia
Y el sexo de la hermana.

Risulta…Que ahora son
Totalmente esclarecidos
Estos cerebros que ayer
Estaban enmohecidos.

No saltaba ni una chispa,
ni gestión, ni fantasía,
para ganarse tu voto
cargaron las baterías.

Pero lo dice el refrán
Mona que salta, no engorda,
Es al pedo reempujar
Cuando la pinchila es corta.

Algunos son mentirosos
Henchidos de egocentrismo,
Traidores y venales
Con gran cuota de cinismo.

Hay otros siempre con hambre
Angurrientos de poder,
Como no se llenan nunca
Le dicen “Baño de Tren”

En este pago: Junín
De todo…como en botica,
No se queje ciudadano
Sarna con gusto no pica.

Hay hombres que se lamentan
De innumerables trastornos
Son árbol de navidad
Tienen las bolas de adorno.

No se enfurezca paisano
Con lo que dice el Matrero
Antes de ir a votar
Debe pensarlo… Primero.


Autor: Antonio "Pucho" Revello


Luis Oscar Tolosa

domingo, 10 de abril de 2011

Premio Rodolfo Walsh: la disputa por la comunicación


Premio Rodolfo Walsh: la disputa por la comunicación
Enviado por Prensa y Difusión el Vie, 08/04/2011 - 03:07.
El reconocimiento a Hugo Chávez en la opinión de Jorge Bernetti

Escribe Jorge Bernetti, docente de la Facultad, director de la Maestría en Periodismo, ex director de la Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social (1989-1995)

La entrega del premio “Rodolfo Walsh” por cuenta de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social al presidente venezolano Hugo Chávez ha quedado insertado -y no podía ser de otra manera- en la disputa por la comunicación que se verifica desde hace dos años en Argentina. Desde el momento en que se estableció por el Congreso Nacional la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el debate teórico, las acciones políticas y los enredos judiciales son los campos donde se lucha por construir en la producción y la emisión los nuevos derechos garantizados por la legislación.

Esta disputa por la comunicación no constituye solamente un episodio argentino, sino que se escenifica en toda la geografía latinoamericana. En ese marco, el proceso político que encabeza Chávez en Venezuela también desarrolla, desde sus particularidades específicas, una lucha muy encontrada por la democratización de la comunicación. La FPyCS premió a través del “Rodolfo Walsh” esta línea de renovación latinoamericana de los procesos comunicativos, decisivos para la democratización política y el diseño de las reformas económicas, sociales y culturales propuestas por mayorías privadas de derechos laborales, pero también alimentarios, genéricos y simbólicos.

En la histérica reacción de los grandes complejos mediáticos argentinos se construyó un escenario donde un conflicto gremial, que forma parte del conflicto político que el Gobierno y gran parte de la sociedad sostienen con el Grupo Clarín y sus socios, y aliados, pasaba a convertirse en una supresión de derechos -los de expresión y prensa en este caso-, situación en la que se paralelizaba este evento con la política de Chávez. Y, por lo tanto, se repudiaba el otorgamiento de la distinción.

Como igualador de ambas situaciones -las de Argentina y Venezuela- aparecía el fantasma de la dictadura. Ocurre que Chávez es un gobernante legal y legítimo que frente a una muy dura oposición, se ha legitimado claramente por vías democráticas. Por el contrario, sus opositores cometieron un golpe de Estado que solo frustraron la decisión del pueblo y de la mayoría de las FF.AA.

Aquel golpe fue preparado por la acción continua del coro monocorde de los grupos mediáticos venezolanos, tan concentrados como históricamente reaccionarios. Lo distintivamente autoritario es que la enorme mayoría de los medios escritos y electrónicos de Venezuela responden al poder concentrado y a la oposición política. Chávez ha abierto paso a un paulatino proceso de democratización en la comunicación que es fuertemente resistido por quienes estiman que solamente la voz de los intereses comerciales es la que debe ser habilitada para tener la palabra y dibujar la imagen sobre la vida y el poder en Venezuela.

Como a los conservadores argentinos, a imagen y semejanza de sus colegas caribeños, no les gusta tampoco el origen étnico del presidente venezolano ni su caudalosa expresividad, ni su tratamiento directo de los temas en cuestión, construyen estos intereses una imagen del cuestionado de la que ninguna explicación racional puede dar cuenta, sino apelando a la defensa de intereses económicos.

El premio “Rodolfo Walsh” es una de las construcciones académicas de la FPyCS que ha producido innovaciones en múltiples espacios. El “Walsh” ha premiado a periodistas y académicos de muy diversa procedencia, en función de sus méritos para producir avances y aperturas en los discursos públicos. Algunos de los premiados no comparten ni la línea académica de la FPyCS ni tampoco las opiniones políticas de la mayoría de su comunidad.

No resulta sorprendente, sino todo lo contrario, que ni la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), ni la Asociación de Televisoras Argentinas (Ata), ni la Asociación Argentina de Televisión por Cable, todas ellas hegemonizadas por el Grupo Clarín, se hayan pronunciado sobre la cuestión que impide que la señal Telesur pueda verse en los servicios que presta Cablevisión y sus asociadas en todo el país. Ni tampoco, que sobre la discriminatoria situación haya emitido una de sus solemnes catilinarias la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Ocurre que Telesur, el mayor intento de una televisión latinoamericana, no puede ser visto por los abonados al servicio proporcionado por Clarín. Como tampoco puede ser vista la señal de noticias argentina CN23. El despropósito del tema es que el concesionario Clarín no informe a su público que el proyecto es que se pueda ver también Telesur y CN23 y no que se borre a TN, por ejemplo. La situación actual es exactamente la contraria y es claramente repugnante a los principios de “libertad y competencia” voceados rutinariamente por Clarín y La Nación.

Esta situación es paralela a la rebelión del Grupo Noble-Magneto respecto del diseño de la grilla de las señales de cable dispuesta por la autoridad pública en comunicación. Este diseño de la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) está dirigido a favorecer la comparación para los usuarios y estimular la competencia entre los prestadores.

El sentido de cambio que atraviesa tanto a Argentina como a Venezuela brindó el marco para el otorgamiento del premio “Rodolfo Walsh” al presidente Chávez. Uno de los componentes fundamentales de las batallas por la comunicación es que los contendientes tratan de asumir para sí las mejores banderas. Es una paradoja reiterada que los monopolistas de las palabras y de las imágenes quieran vestirse con la bandera de la libertad de expresión y hasta la de empresa. Ni en la primera categoría, en la que ejecutan una torcida censura, ni en la segunda, donde ejercen groseramente el monopolio, tienen la razón.

Rodolfo Walsh “dirigió” la edición de 1973 de su libro Caso Satanowsky “a los compañeros que desde las comisiones internas, la Agrupaciones de Base y, en particular, el Bloque Peronista de Prensa, combaten diariamente a la raza de los envenenadores de conciencias: nuestros patrones”. Viene a cuento recordarlo en la ocasión.

Luis Oscar Tolosa

viernes, 25 de marzo de 2011

EL AVIÓN DE LOS CABALLOS Y EL RECUERDO DE OSCAR CARBALLO

CURTISS FREIGHTER C46 F similar al "Avión de los Caballos"

RESTOS DEL C46 F que tripulaba como copiloto mi recordado amigo OSCAR CARBALLO.





Hace unos minutos vi en televisión por América Sport, que invitaban a una excursión al avión de los uruguayos y "al avión de los caballos". El primero se trata del accidente muy conocido por ser una extraordinaria experiencia de supervivencia de la que se ocupó mucho la prensa, la literatura y el cine. Pero fue "el avión de los caballos" el que concentró mi atención y me vine de inmediato a buscar la página que indicaban: www.aventuraenlamontaña.com.ar

Oscar Carballo

Este es el piloto al que recordé siempre porque cuando yo tenía cinco años de edad él me hizo una propuesta: "Si escribís bien mi apellido te regalo una birome". Era el año 1959 y con letra imprenta de niño escribí: C A R B A LL O

Oscar Carballo era por entonces el piloto del avión de la empresa agropecuaria "Lafuente y Mendiondo" en la que mis padres trabajaban, se trataba de un Cessna 172 blanco con franjas rojas en el que en algunas oportunidades nos llevó a volar. Desde entonces soñé con ser piloto pero nunca lo pude intentar por razones económicas.

Escribí C A R B A LL O sin equivocarme y, aunque el error hubiese sucedido Carballo me hubiese regalado igual la birome, era transparente, la recuerdo muy bien, y también cuánto lloré cuando se me rompió por un tropezón con posterior caída mientras corría por el interior de la casa.

Tengo otro recuerdo de Oscar Carballo: le gustaban mucho las frutillas (como a cualquiera de nosotros), pero son esos recuerdos fotográficos que uno conserva en esas edades tempranas. En uno de los extremos de la gran casa de la administración de la estancia "La Germania", donde vivíamos por entonces porque papá trabajaba de peón de a caballo y mamá era empleada doméstica, en ese sector había sembrada frutillas a las que Oscar Carballo visitaba cada vez que llegaba a la estancia con los patrones.

Por relatos de mis padres recuerdo que Oscar Carballo renunció a "Lafuente y Mendiondo" para ir a trabajar con "un avión que transportaba caballos y tiempo después se supo que tuvo un accidente fatal en la cordillera cuando volaba hacia Chile". Y sólo me quedó el recuerdo, nunca más supe de Carballo hasta hace unos minutos cuando vi la invitación en TV. Si tuviera el dinero iría para rezar junto a los restos del avión un oración a la memoria de aquel piloto que me llevó por primera vez a volar, que regaló una birome porque escribí con letra imprenta su apellido: "C A R B A LL O", y que le gustaban las frutillas.


De la página: www.aventuraenlamontaña.com.ar

Historia:

El 17 de mayo de 1960 un C-46 F (por Freighter, carguero) de la empresa Transamerican Air Transports cruzaba, con equinos y cargamento diverso, por el paso Las Leñas de San Rafael a Rancagua, en Chile, en un vuelo originado en Ezeiza vía Santiago y con destino final Panamá. Era comandante Pedro Fuentes, copilotos Fermín Gómez y Oscar Carballo, y Domingo Vacarelli mecánico. La carga principal eran siete caballos de pura sangre.

El tiempo era malo: tempestad en la alta Cordillera. Sobre el paralelo 34º 30′ S estaban envueltos en nubes los picos como el Leñas (4351metros), el Paraguay (4589) y el Sosneado (5189). -
Habiendo partido a las 11 de Ezeiza, a las 15.15 el radiotelegrafista comunicó que debido a las adversas condiciones climáticas iban a intentar el cruce de los Andes por el paso del Yeso.

La máquina, matrícula LV-GGJ (Lima Víctor – Golf Golf Junior), cruzaba sin embargo a un nivel demasiado bajo para lo que es aquélla orografía. Además parece que el piloto o el navegante un tanto se había extraviado porque no alcanzaron a cruzar por el Yeso sino más al Sur, por el paso Las Leñas (no idéntico con el valle homónimo de deportes invernales). El hecho es que una tarde nublada sobre la estancia El Sosneado a orillas de la Ruta 40, al Norte de Malargüe, se oyeron claramente los motores de un avión que evidentemente volaba bajo.
Después, nada más. Era como si al C-46 se lo hubiera tragado la tierra. Toda la búsqueda resultó vana.

Pasaron semanas, trascurrieron meses. Cambió el almanaque. Sin rastros del Curtiss. Hasta que de pronto comenzaron a suceder y a observarse cosas extrañas en la comarca. Como que dos hombres de situación económica humilde de El Sosneado habían adquirido una estación de servicio en Neuquén. Otros más, puesteros como aquellos de origen, se habían trasformado en prósperos comerciantes. Cuando la policía inició la investigación se supo que los personajes en cuestión habían llegado hasta el aparato siniestrado en lo alto del escarpado cerro Sosneado donde entre restos metálicos y esqueletos humanos y de animales había, desparramado, fajos de billetes de banco y monedas: pesos moneda nacional, dólares, soles peruanos, escudos chilenos y balboas panameños.

Hallada la punta del ovillo fue posible reconstruir toda la trama. Para los saqueadores todo se inició cuando con su vista experta observaron cómo en el comienzo del verano después de un invierno de poca nieve, en lo alto del Sosneado comenzaron a revolotear jotes, cóndores y otras aves de carroña. Recordando la desaparición del Curtiss y atando cabos, los pastores subieron hasta el lugar de la tragedia, encontrando todo en su estado natural. -

Cuando se supo del episodio se desencadenaron desde luego las versiones más inverosímiles. Como que en el Golf Golf Junior habría volado un correo del entonces fugitivo ex presidente Perón llevando al exterior su mal habida fortuna: dólares, joyas, y oro en monedas y en barras.

En rigor, nada de esto. Pero sí buenas sumas de divisas que llevaba la tripulación para gastos de viático: hotelería, comida, combustible para la máquina, etc.
El más desgraciado de todos resultó ser un puestero que viviendo en una choza, aprovechó unos papelitos verdes que encontró para tapar las ranuras por donde entraba el chiflete. Sencillamente no solo ignoraba el valor de los dólares, sino incluso de qué se trataba.


Interesante resulta el colofón de todo lo antedicho. Porque según el informe oficial sobre la causa del accidente parecería que aquello no fue un impacto (“nube con carozo”). En cambio el aparato parece haber caído por daños estructurales: entró en nubes con fuerte turbulencia perdiendo en las violentas ascendentes y descendentes el ala derecha y el plano estabilizador y elevador, piezas que se encontraron a unos 3500 metros del lugar del siniestro.



Luis Oscar Tolosa

sábado, 5 de marzo de 2011

Bandidos Rurales, una crónica de León Gieco


Juan Bautista Vairoletto

Segundo David Peralta, "Mate Cocido".

Juan Moreira

Martina Chapanay

Gaucho Gil




Nacido en Santa Fe en 1894,
cerca de Cañada, de inmigrantes italianos
Juan Bautista lo llamaron, de apellido Vairoletto
bailarín sagaz, desafiante y mujeriego
Winchester en el recado, dos armas cortas también,
un cuchillo atrás y un caballo alazán
Raya al medio con pañuelo, tatuaje en la piel,
quedó fuera de la ley, quedó fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie


Se enamoró de la mujer que pretendía un policía
lo golpeó, lo puso preso un tal Farach Elías
”Andate de Castex” le dijo, “aquí tenemos leyes”
Corría el año 1919
Antes de irse, fue al boliche a verlo al fulano
Con un 450 belga, revólver en mano
Le agujereó el cuello y lo dejó tirado ahí
Ahora sí fuera de la ley, ahora sí fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie

Por el mismo tiempo hubo otro bandolero
Por hurtos y vagancia, 19 veces preso
Al penal de Resistencia lo extradita el Paraguay
Allí conoce a Zamacola y Rossi por el 26
1897 en Monteros, Tucumán,
el día 3 de marzo lo dan por bien nacido
Segundo David Peralta, alias Mate Cocido,
también fuera de la ley, también fuera de la ley

Entre Campo Largo y Pampa del Infierno
el pagador de Bunge y Born le da 6000 por no ser muerto
Gran asalto al tren del Chaco, monte de Saenz Peña,
Anderson y Clayton firma algodonera
45.000 a Dreyfus le sacaron sin violencia
El gerente Ward de Quebrachales 13.000 le entrega
Secuestró a Negroni, Garbarini y Berzon
Resistió fuera de la ley, resistió fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie


Vairoletto cae en Colonia San Pedro de Atuel,
el ultimo balazo se lo pega él
Vicente Gascón, gallego de 62,
con su vida en Pico pagó aquella traición
Sol, arena y soledad, cementerio de Alvear,
en su tumba hay flores, velas y placas de metal
El ultimo romántico lo llora Telma, su mujer,
muere fuera de la ley, muere fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie

No sabrán de mí, no entregaré mi cuerpo herido,
Quitilipi, Machagai, ¿donde está Mate Cocido?
Corría el 36 y lo quieren vivo o muerto
2.000 de recompensa, se callan los hacheros
Logró romper el cerco de Solveyra, un torturador
de Gendarmería que tenía información
Herminia y Ramona dudan que lo hayan matado
a este fuera de la ley, a este fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie


En un lugar neutral, creo que por Buenos Aires,
se conocen dos hermanos de este barro, de esta sangre,
Dejan un pedazo del pasado aquí sellado
y deciden golpear al que se roba el quebrachal
Por eso las dos bandas cerquita de Cote Lai
mataron a un tal Mieres, mayordomo de La Forestal
Se rompió el silencio en balas, robo que no pudo ser
Dos fuera de la ley, los dos fuera de la ley

Martina Chapanay, bandolera de San Juan,
Juan Cuello, Juan Moreira, Gato Moro y Brunel,
El Tigre de Quequén, Guayama y Bazan Frías,
Barrientos y Velázquez, Calandria y Cubillas,
Gaucho Gil, José Dolores, Gaucho Lega y Alarcón,
bandidos populares de leyenda y corazón
Queridos por anarcos, pobres y pupilas de burdel
Todos fuera de la ley, todos fuera de la ley


Bandidos rurales, difícil de atraparles
Jinetes rebeldes por vientos salvajes
Bandidos rurales, difícil de atraparles
Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie


Luis Oscar Tolosa

viernes, 4 de marzo de 2011

PERIODISTA CALLEJERO: EL ÚLTIMO HABITANTE DE UN PUEBLO

PERIODISTA CALLEJERO: EL ÚLTIMO HABITANTE DE UN PUEBLO: "El frío y la niebla son la única compañía en esta desolada estación de ferrocarril, donde las vías quedaron sepultadas por las malezas. E..."

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PERIODISTA CALLEJERO: MUJER DE HUMO: "Cansado de caminar sin rumbo el lugar elegido para descansar fue un bar céntrico, es las cuatro de la tarde y la gente se alejó para continu..."

Luis Oscar Tolosa

PERIODISTA CALLEJERO: LA PEOR COMPAÑÍA ES UNO MISMO

PERIODISTA CALLEJERO: LA PEOR COMPAÑÍA ES UNO MISMO: "La gente está muy loca desde hace algunos años, más aún desde que comenzó el nuevo milenio. Tiene que ver con la permanente competencia qu..."

sábado, 26 de febrero de 2011

EL CASO ROBLEDO PUCH (Osvaldo Soriano)






Iluminados por el soplete, Robledo y Somoza trabajan callados y serios. Robledo sostiene el aparato que perfora el material mientras su amigo sigue sus movimientos con atención. El trozo de acero está por caer y Robledo lo ayuda con un golpe. Ninguno dice nada. A Somoza acaba de ocurrírsele una broma acorde con la circunstancia. Pasa un brazo alrededor del cuello de su compañero y aprieta con suavidad, cada vez más. Robledo le da un codazo y lo lanza hacia atrás. Manotea el revólver que tiene en el cinturón y dispara. Asombrado, quizá sin entender lo que ocurre, Somoza cae y articula una explicación que es apenas un gemido. Robledo lo observa unos instantes, levanta su brazo derecho y dispara otra vez. “No podía dejarlo sufrir. Era mi amigo”, explicará después. Se ha quedado solo, con dos cadáveres junto a él ­­–antes ha matado al sereno Manuel Acevedo–, pero eso no le preocupa. Sale.

(Click sobre el título para ir a la crónica completa)


Luis Oscar Tolosa

EL MAGO MANCO (Leila Guerriero)

RENÉ LAVAND y su arte con los naipes: "No se puede hacer más lento", "la mano es más rápida que la vista"...

FUENTE: PERIODISMO NARRATIVO DE LATINOAMÉRICA

Posted: 28 agosto 2009 by cronicasperiodisticas in
http://cronicasperiodisticas.wordpress.com/2009/08/28/el-mago-manco/#comment-466

Por: LEILA GUERRIERO: sus crónicas tienen magia, como la mano de René Lavand.




Al acto de cortar y separar del cuerpo humano un miembro o una porción del mismo se lo conoce como acto de amputar, y solo se realiza en casos extremos, cuando la vida del paciente corre peligro.
Las lesiones producidas por aplastamiento, sin embargo, generan traumatismos tan graves que la amputación resulta inevitable, ya que el tejido necrosado penetra en el torrente sanguíneo, deviene altamente tóxico y, si no se actúa con rapidez, el sujeto puede morir como consecuencia de una falla renal.

La operación no es una operación compleja: se cortan primero la piel y los músculos, se ligan los vasos y los nervios por detrás del tajo para evitar la formación de un neuroma –un tumor nervioso que provoca dolores extremos– y, con una sierra oscilante, se secciona el hueso. Una vez separado el miembro del cuerpo, se liman las partes óseas y se las recubre con tejido blando muscular para obtener un muñón acolchado. Lo que sigue –esculpir el muñón– es un trabajo quinésico que dura meses.

El síndrome del miembro fantasma –una figura mental que puede ser dolorosa o no y provocar picazón o sensibilidad en una extremidad que ya no existe– ocurre solo cuando la amputación se produce en miembros inferiores. La amputación de miembros superiores, en cambio, presenta otras dificultades. La principal, la resistencia de los pacientes. Puesto que las manos tienen un efecto gestual, perderlas equivale a sufrir la amputación del rostro: a vivir con una máscara. En cualquier caso, y como se trata de una operación de carácter mutilante, en la Argentina la Ley Nacional de Ejercicio Profesional número 17.132 exige el consentimiento explícito y firmado del paciente.

No se sabe si alguien pidió el consentimiento del niño cuando, a los 9 años, fue amputado de la mano derecha y equipado con un muñón de 11 centímetros a partir del codo.

No se sabe, tampoco, cómo empieza una vocación pero es probable que haya sido así: el día de sus 9 años en que el niño levantó la toalla con que su madre le impedía ver las curaciones y, allí donde recordaba una mano, el niño no vio nada.

Nada por aquí. Nada por allá. Ahora la ves. Ahora no la ves.

***

La casa es así.

Pero primero hay que llegar a la casa.

Pero primero hay que llegar a la ciudad de Tandil, 375 kilómetros al sur de Buenos Aires, y atravesarla, salir de ella, recorrer caminos de tierra, doblar, doblar otra vez, doblar otra vez más y ver, a mano derecha, una cabaña en medio de un parque, un cartel que reza Milagro Verde, un tinglado de enredaderas bajo el cual hay un Audi nuevo impecable, árboles, árboles, los árboles, un hombre sentado frente a una mesa frente a la cabaña bajo el tirante sol de la mañana, un hombre que bebe vino tinto, viste camisa clara, usa corbatín, pantalones beige, zapatos blancos y enormes ojos acuosos –uno de párpado caído–, cejas profusas y un bigote. La mano derecha –la mano– dentro del bolsillo del pantalón.

La casa es así: una cabaña de troncos con una puerta estrecha a la que se accede por dos, tres, cuatro escalones. Adentro, después del comedor –la mesa larga, el candelabro de una sola vela–, después de la sala –sillas, sillones, un enorme panel de vidrio fijo– hay un espacio pequeño y estas cosas: un paragüero con decenas de bastones, y en la pared sombreros –boinas, texanos, gorras de cuero–, y en el piso compactos –Beethoven, Mozart, Vivaldi, Bach–, y una mesa redonda cubierta por un tapete verde y, sobre la mesa, mazos de cartas. Y, en todas partes, dibujos y fotos de una mano izquierda y del hombre que, sentado frente a una mesa frente a la cabaña bajo el tirante sol del mediodía, bebe vino tinto. A sus espaldas, sobre la puerta de entrada a la cabaña, este cartel: “Podría vivir en una cáscara de nuez y sentirme rey del universo infinito”.

—Shakespeare –dice el hombre.

Pero la frase de Shakespeare es así: “Podría vivir en una cáscara de nuez y sentirme rey del universo infinito, si no fuera por mis malos sueños”. Claro que el hombre conoce las ventajas: una pequeña mutilación puede transformar algo en otra cosa. Puede transformar, por ejemplo, a un niño común en un hombre extraordinario. A Héctor René Lavandera, nacido en septiembre de 1928 en Buenos Aires, en René Lavand, habitante de Tandil, experto en close up –magia de cerca: magia hecha con naipes y objetos pequeños–, uno de los mejores del mundo en la especialidad de ilusiones con cartas y, si no el mejor, al menos único. Porque, para hacer lo que hace, René Lavand tiene una sola mano. La mano izquierda.

—Venga. Vamos a conversar a mi laboratorio.

El hombre se pone de pie, y lleva la mano derecha en el bolsillo: la mano.

***

Hijo único de Antonio Lavandera y de Sara Fernández, viajante de comercio él, maestra ella, el niño Héctor René Lavandera vivió con su familia en diversas direcciones de la capital argentina. En alguna de todas su padre montó zapatería. En el año 1935, cuando el niño tenía 7, llegó a Buenos Aires un mago llamado Chang y allá fue él, de la mano de su tía Juana. Cuando apareció Chang sobre el escenario el niño quedó mudo y deseó que su padre fuera Chang, que Chang fuera su padre, para aprender de él todos los trucos. Durante semanas, durante meses, no se habló en esa casa de otra cosa: durante el desayuno, Chang; durante el almuerzo, Chang; en la merienda y en la cena, Chang. Un amigo de la familia se apiadó y le enseñó un juego de cartas que el niño obseso empezó a practicar con unción. Poco después, la zapatería del padre se fundió y la pequeña familia se mudó a Coronel Suárez, un pueblo de la provincia de Buenos Aires donde esperaba, al padre, otro trabajo. En febrero de 1937 tenía 9 años. Era carnaval, hacía calor, jugaba a media cuadra de su casa cuando sus amigos dijeron “Vamos a cruzar la calle”. Era un desafío menor: no era un río, no era un abismo, no era subir una montaña: eran cinco metros de asfalto. A él, al niño, le tenían prohibido cruzar la calle solo. Pero sus amigos cruzaron y él pensó “También voy a cruzar”. Y cruzó. Y entre él y el resto de su vida se interpuso un varón rampante, 17 años a bordo del auto de su padre. Hubo maniobra brusca, niño caído, neumático aplastando –aplastando: lesión gravísima– el antebrazo derecho contra el cordón de la vereda. Sara, su madre, escuchó el golpe y pensó esto: “Héctor cruzó la calle”. Llegó corriendo. Cuando lo vio –niño caído– los vecinos la ayudaron a no gritar, a llevarlo a la clínica que estaba justo enfrente. El médico de guardia quiso amputarlo ya –lesión gravísima– a la altura del hombro. Una mujer, una vecina, protestó: “Hay que esperar al doctor Patané”. De modo que esperaron. El doctor Patané llegó y le salvó el brazo: cortó la mano y dejó, a partir del codo, un muñón de 11 centímetros. El niño era diestro. La mano perdida: la mano derecha.

***

El parque es así: senderos que se bifurcan, árboles, setos. Al fondo, una casa de huéspedes. En uno de los laterales, un vagón de tren antiguo, de madera. En la cabaña principal, de troncos, un cartel –otro cartel– declama “La Strega: soñada, concebida y diseñada por Nora y René”. El hombre de ojos acuosos está, ahora, sentado en el interior de esa cabaña, en el espacio con paragüero y mesa redonda cubierta por un tapete verde.

—Este es mi laboratorio. Aquí paso horas mirando el parque, escuchando música.

El codo izquierdo sobre la mesa, la mano erguida, anillo en el meñique: un timador que quiere parecer un timador.

—A veces repaso mis composiciones, veo cómo puedo mejorarlas. Yo he logrado, y discúlpeme el yo, aquello de que, aún si se ha escuchado la séptima sinfonía de Beethoven mil veces, cada vez que se la escucha es la misma apoteosis.

Se pone de pie, camina hasta la ventana. Dice algo acerca de esos árboles: que son árboles viejos.

—Antes vivíamos en el centro, pero hace años que nos mudamos aquí con Nora. Ella fue la que marcó el camino a la felicidad. Llevamos 25 años de luna de miel.

En el parque, un auto se detiene. Alguien abre una puerta, entra en la cabaña, atraviesa el comedor, la sala. Una mujer alta, rubia, camisa blanca, anteojos de sol: Nora.

—Querida, ella se va a quedar a comer con nosotros.

—Sí, ya me dijiste, querido. Cuántas veces me lo vas a decir.

—Qué carácter tenés, que parece que no se te puede repetir nada.

La mesa se pone afuera, bajo los árboles. Lavand come con un implemento que es, a la vez, tenedor y cuchillo. Alguien dirá algo sobre el polen –sobre el exceso de polen– y acabarán, entre los dos, una botella. Ella se irá a su trabajo como inspectora de colegios rurales. Él, a dormir la siesta. Dos horas, por reloj.

***

La rehabilitación del niño duró un año. No hay precisiones al respecto, pero se sabe que la baraja lo entretuvo. Primero, las cartas se caían en tropel de aquella mano torpe, tan izquierda. Insistió con tesón, se impuso disciplinas arduas: jugar ping pong, pelota paleta. Pero lo de las cartas le costaba sangre. Aferrar, evadir, dar, levantar, ocultar, esconder, escanciar: sangre. Creció. Tenía 14 cuando su madre consiguió un puesto de maestra lejos de Coronel Suárez y se mudaron, entonces, a Tandil. No hay recuerdos tristes de aquella adolescencia. Colegio, amigos; un padre que le dijo “Al primero que le diga manco de mierda le rompe la cara, que yo lo saco de la comisaría”; un hombre llamado Leonardi, aficionado a la magia, que le enseñó algunos trucos y le regaló el libro Cartomagia, de Joan Bernat y Fábregas, en el que confirmó lo que sabía: las técnicas, todas, eran para magos de dos manos: nadie había pensado que podía haber, alguna vez, un mago de una mano sola. Pero insistió y, para cuando terminó el colegio, su mano respondía más o menos dócil y obediente. En 1955, cuando tenía 18, su padre murió de cáncer y el peso de las deudas, de la casa y de la madre cayeron sobre él. Salió a buscar empleo y consiguió uno en el Banco Nación. Pasó allí los siguientes 10 años de su vida. En algún momento conoció a una mujer llamada Sara Dellaqua y se casaron. Tuvieron dos hijas: Graciela, Julia. En 1960 ganó una competencia de ilusionismo y le ofrecieron debutar en Buenos Aires. Dos teatros –Tabarís, El Nacional– lo incluyeron en sus espectáculos de varietés. Se rebautizó René Lavand, con una sofisticación un tanto demodé que por entonces tenía sentido: lo francés era, de lo elegante, lo mejor. Se calzó el frac, el moño al cuello, bigote fino y, reclinado sobre su lado izquierdo, con el aire provocador y displicente que le daba la mano derecha siempre en el bolsillo, hizo furor. En 1961 viajó a Estados Unidos y se presentó en el Ed Sullivan Show y en el programa de Johnny Carson. En 1965 ya era imparable: hizo una temporada en Ciudad de México y sus giras latinoamericanas empezaron a ser frecuentes. El público se rendía ante esa mano que acometía los lomos de los naipes como si fueran vértebras, que arrancaba ases de las honduras de los mazos, que reinaba sobre aquellos bordes y dominaba las cartas difíciles, las profundas cartas, mientras una voz magnética en la que tremolaban el coraje, la violencia o la emoción ahogada contaba la historia de un viejo tramposo del sur de Estados Unidos, de un mago oriental encerrado en una mazmorra, de un tahúr obligado por su mujer a ganar una fortuna antes de la medianoche.

Su fama creció en el círculo áulico de ilusionistas del mundo. Dai Vernon, el mago canadiense que fue uno de los mejores del mundo, lo llamó “La leyenda”. Y Channing Pollock, uno de los ilusionistas americanos más exquisitos, le regaló una foto dedicada que decía “Dios debe quererte mucho, por eso te hizo hermoso”.

***

—Yo no digo que no exista dios. Digo que, si existe, es un jodido.

Son las cinco de la tarde y René Lavand repasa sin ganas un álbum de fotos: se lo ve de frac, galera, mezcla de David Niven y Mandrake, sosteniendo barajas, un cigarro. Se lo ve, después, mayor, mirando con malicia, ni rastro de inocencia, corbatín de gánster, el traje blanco.

—Todas las técnicas que uso son técnicas de tahúr. Jugué, por plata, entre mis 18 y mis 22 años. Pero cuando empecé a aprender técnicas de jugador de ventaja, dejé.

El álbum pasa: fotos de Lavand en Japón, en Alemania, en el río Mississippi, en México, en España, en Nueva York, en Venecia.

—Yo podría vivir en cualquier lugar del mundo, pero todo hombre debe tener un lugar al que volver. Y Tandil es mi vértice. Y Nora. Nora es la labradora de mi alma, como decía Ortega y Gasset. La conocí cuando yo tenía 55 y ella 35. ¿Vamos a caminar al parque? Los árboles son más importantes que la baraja.

Cuando camina –cuando se sienta, cuando conduce–, lleva la mano en el bolsillo y, por causa de esa mano en el bolsillo, parece estar en otra parte, pensando en otra cosa.

—A mí no me gusta estar solo. He pasado algunos momentos de soledad, entre una mujer y la siguiente. Fueron momentos terribles, pero los he olvidado. El olvido es la mejor condición del ser humano.

Se detiene, levanta algo del suelo. Un diente de león que se deshace. El parque está, como siempre, tranquilo.

***

Graciela Lavandera es la hija mayor de Lavand. Tiene 51 años, es psicóloga. Está tendida en una reposera, en el parque.

—Él y mamá se llevaban pésimo. Mamá era muy difícil. Y papá fue el héroe de mi infancia. Es un hombre de una valentía enorme. Nunca lo oí quejarse del accidente. Quizás porque por la pérdida de la mano devino René Lavand y entonces quejarse de la mano sería como quejarse de su vida.

René y Sara se divorciaron después de 18 años de matrimonio. Para entonces, él ya había renunciado al banco, vendía seguros en los ratos libres y era un ilusionista de porte. Meses después de aquel divorcio conoció a Norma, una modista con la que estuvo cuatro años y tuvo, con ella, dos hijos más: Lauro, Lorena. Norma ya no vive en Tandil. Sara, su primera mujer, nunca se fue de allí y, seis años atrás, se suicidó.

***

Cuando José Fosco era chico –tiene 27– solía pasar en bicicleta por la puerta de Milagro Verde, fascinado por aquel hombre. Tímido y sin vocación aparente, este varón joven de modos antiguos encontró hace 11 años la excusa para acercarse a él.

—Vine a hacerle una nota para una revista local. Y nunca dejé de venir. Él me llama su discípulo. Me gusta pensar cosas para él, estar en el laboratorio viendo cómo se puede mejorar una composición, un juego.

Durante años, René Lavand practicó esgrima. Suele decir que eso fue lo que le dio elegancia sobre el escenario. José Fosco prefiere pensar que eso fue lo que lo hizo implacable.

—Puede dudar, pero cuando da una estocada, mata. Es un escorpión. Infalible.

***

Lavand va y viene del comedor a la cocina, enciende una vela. Todos los días, a la hora del almuerzo y de la cena, enciende una vela, pone la mesa y descorcha un vino.

—Discípulos he tenido pocos. Lo primero que hago, cuando viene alguien a verme para que le enseñe, es escucharlo, ver cómo camina, cómo se sienta, cómo saluda. Pero yo no puedo enseñarle nada. Solo mostrarle. Andrés Segovia estaba tres meses para sacar un acorde. Esto es lo mismo.

Le gusta citar nombres como esos: Segovia, Beethoven, Rubinstein, Pavarotti. Y como estos: Borges, Unamuno, Ortega y Gasset, José Ingenieros, autores de los que no ha leído casi nada, nombres que están ahí, intercalados en sus historias, para crear la ilusión de que es un gran lector, hombre cultísimo.

—La verdad es que yo leo muy poco. De hecho, leo poquísimo.

Pero si toda percepción es verdadera, y si la clave de todo ilusionista consiste en sacar provecho de esa frase, Lavand –su corbatín, su casa de madera, su candelabro de una sola vela, su ropa clara, sus zapatos blancos– es el ilusionista perfecto: el que deviene, él mismo, la ilusión.

***

Son las dos de la mañana de un lunes, Buenos Aires. En un cabaré de la calle Corrientes un hombre se levanta la camiseta hasta el cuello, muestra la espalda y dice:

—Mirá.

Lo que se ve es un tatuaje que ocupa buena parte de su lateral izquierdo: el rostro de René Lavand sobre su espalda.

—Me lo hice en 2005. Para mí, él siempre fue el mejor.

Diego Santos es ilusionista, y uno de los pocos discípulos de Lavand.

—Es limpio. No se ve nada turbio en el juego. Y su técnica es increíble. Bajando el ritmo de los juegos al mínimo, hace que el movimiento siga siendo indetectable.

Hace años, René Lavand modificó un clásico juego de close up llamado “Agua y aceite”: tres cartas rojas y tres cartas negras que, dispuestas una y otra vez de forma alternada, terminan siempre juntas, enfiladas: rojas por un lado, negras por el otro. Si el lugar común que sostiene a la magia dice que es posible que sucedan cosas como esas porque la mano es más rápida que la vista, Lavand metió el dedo en esa llaga e hizo lo contrario: exacerbó la lentitud de esa composición de apariencia sencilla, llamó a esa técnica “lentidigitación” y logró algo que los ilusionistas consideran una obra de arte: su versión de “Agua y aceite”, llamada “No se puede hacer más lento”, en la que, con una sola mano y lentitud de iglesia y de incensario, hace que las tres cartas negras y las tres cartas rojas terminen magnéticamente unidas entre sí, una y otra vez, y cada vez más lento. Por dentro, mientras lo hace, Lavand es una máquina certera, un engranaje, un centurión sudando por su vida. Pero lo que se ve es esto: su mano líquida, reptante. La infinita gracia.

***

—La belleza de lo simple. Tic, tac. Y si podemos hacer tic, mejor. Hay quien dijo que cuanto más suave la caricia, más penetra. Yo digo que cuanto más lento el movimiento, más impacta.

Sobre la mesa con tapete verde, Lavand despliega un maletín con lo que necesita para viajar por el mundo: 30 gramos de barajas, poco más.

—En este maletín está toda la composición de “No se puede hacer más lento”. El talco, la glicerina para cuando se seca la mano. Y la baraja española. Eso es todo.

En su libro “René Lavand, la belleza del asombro” escribe respecto a sus cartas dadas (aquellas que, como dice la palabra, se dan): “No sé si yo hubiera podido aprender esta técnica leyéndola en un libro. Tampoco sé si hubiera llegado a creer en el autor respecto a la posibilidad de su realización. Brindo por tu voluntad y, si lo logras con una sola mano, llegarás a prescindir de la otra. Tu cerebro ordenará a un solo brazo”.

—Las cartas dadas son más difíciles que nada. La mezcla y las dadas mías no las hace nadie en el mundo. Para hacerlas, hay que perder una mano primero.

De pronto, un ruido: la cabaña se estremece. Lavand camina hasta la sala, pausado, como quien sabe qué va a encontrar.

—Una paloma. Pobrecita.

Parado frente al enorme panel de vidrio dice que les pasa siempre.

—Les pasa siempre. No lo ven, y es tan grande que se lo chocan.

El vidrio tiene ahora un rastro licuefacto, una baba de sangre.

***

Atardece así: las primeras luciérnagas, un perro, los ruidos de las cosas cuando las cosas se retiran. Cuando el sol evapore las copas de los árboles, cuando el parque sumerja sus copas en las trompas tumefactas del final de la tarde, Lavand hablará de París en invierno, de los amigos, que casi ya no quedan, de su madre, que antes de morir pidió los aros.

—Los aros.

Después, llorará dos veces. Breve, casi seco: el pañuelo, del bolsillo a sus ojos, una medusa en la tarde que apenas ilumina. Llorará, primero, recordando a su padre: el modo en que su padre temía un destino cruel para ese hijo empeñado en lo imposible: en ser el mago de una mano sola. Llorará, después, recordando a una mujer que no eligió. Que dejó ir.

—Bueno, así son las cosas. Mire, yo no tengo nada de macho.

La voz cae: cae sobre el césped encendido, bajo el polen profuso.

—Pero creo que soy un hombre. Un hombre fuerte.

Bajo el polen fecundo: la voz cae.

***

En torno a la cabaña hay pequeñas estatuas de gnomos. Hay, también, dos mandíbulas de ballena, un sector de pasto impecable, un banco. Nora se sienta en ese banco y dice:

—Hablemos. ¿Qué me querés preguntar?

Ojos entrecerrados, la camisa blanca. Sobre su falda, un gato.

—No, no me grabes. Tomá notas.

Dice, apenas, esto:

—Él era un manco que hacía trucos y me sedujo. Es un hombre demandante, pero se arregla solo. Ni te acordás que no tiene una mano.

Ojos entrecerrados, camisa blanca, sobre su falda el gato: adormilado por la caricias lentas.

—¿Algo más?

Eso es todo.

***

Lavand conduce el Audi rumbo al centro. Para poner los cambios cruza el brazo por delante del cuerpo. El gesto es rápido, preciso.

—Soy muy blasfemo. Estoy todo el día “Me cago en la virgen, me cago en dios”. Ahora hace dos meses que no blasfemo. No sé cuánto me durará.

Durante la espera en un semáforo saca un papel del bolsillo: su lista de tareas: fotocopias, un quiosco, farmacia. La lista no toma mucho tiempo: media hora por el centro y una blasfemia –breve– a la hora de sacar el auto del estacionamiento porque ha quedado difícil: encajonado.

—¿Vio? Ya soné. La verdad es que yo soy un cascarrabias.

Hace una pausa, dobla, dobla otra vez. A 20 metros, la entrada a su cabaña. Entra por el camino estrecho, estaciona debajo del tinglado de enredaderas.

—Soy un hombre de reacciones, un paranoide. Soy un hombre que ha tenido un accidente duro, que ha tenido una castración a los 9 años y reacciona en consecuencia.

Inclinado sobre el volante, Lavand mira todo eso: los árboles, los setos, los caminos. Todo eso: las flores, las plantas, los senderos: lo que podría no haber tenido nunca.

—Colecciono sombreros, también.

—¿Como consecuencia de la paranoia?

—No. Para cambiar de tema, porque el tema del accidente me agota.

La risa llena el auto como una cosa diáfana.

Después, el último almuerzo de todos estos días.



Luis Oscar Tolosa

jueves, 24 de febrero de 2011

¿QUÉ ES BUEN PERIODISMO?


Marcelo Fernández-Zayas *

Vivimos en una época donde abundan los diseminadores de noticias y opiniones y escasean: el conocimiento, la integridad y los buenos expositores del acontecer diario. El periodismo, en los Estados Unidos y posiblemente en muchos otros países, atraviesa una bien ganada crisis de confianza. Los culpables de esta penosa situación son las empresas comerciales de prensa y, por encima de todo, el público que no protesta de lo que sucede.

El medio dominante de las noticias, en casi todos los países, es la televisión. En esta época audio visual, la televisión es dueña y señora de la información. Empezaremos analizando este medio de comunicación. Generalmente, se selecciona a una persona, hombre o mujer, para los noticieros por su atractivo físico, su buena voz y dicción, no por su intelecto. Si luce bien ante las cámaras se estima que tiene carisma y credibilidad. En otras palabras, predomina la apariencia física sobre la inteligencia, el conocimiento, la integridad y la honestidad. Triunfo de la estética sobre la ética; de forma sobre substancia; envoltura sobre contenido. Esto no equivale a decir que no hay personas atractivas físicamente y que reúnan, al mismo tiempo, las cualidades intelectuales que se requieren para el periodismo. Desgraciadamente, si hay que sacrificar algo en este medio, el intelecto y conocimiento llevan las de perder.

Conozco el campo de la televisión, he trabajado en programas nacionales en inglés y español, esto no quiere implicar que sea un Adonis ni algo parecido. Actualmente, asesoro empresas en este campo. Muchas veces me piden que busque un "experto(a)" en determinado campo, pero hay veces que no lo(a) ponen en cámara porque no "televisa bien", eufemismo que se emplea para decir carente de belleza; no importa que la persona recomendada sea la máxima autoridad en su campo. Resultado: el público no tiene la mejor información disponible.

Con las actuales normas imperantes, en general, en la televisión estadounidense, Napoleón Bonaparte no lo seleccionarían para comentarista militar por ser muy pequeño. René Descartes, no lo escogerían para hablar de lógica, matemáticas o filosofía, por ser muy feo. Y, Marco Tulio Cicerón, hubiera limitado su oratoria a la radio, porque la televisión hubiera objetado la prominente verruga que mostraba en su rostro.

La manipulación de información por la televisión es algo increíble. Sin embargo, se hace en forma tan sutil que el público no se da cuenta. A una persona la ponen en cámara, la entrevistan por largo rato y solamente escogen un segmento de pocos segundos, fuera del contexto original, y la muestran diciendo lo que el que dirige el noticiero quiere decir. Esto ha llegado a un extremo tal que muchos políticos, Henry Kissinger, entre otros, no concede una entrevista que no sea "en vivo" para evitar manipulaciones. Están tan desacreditados los noticieros de la televisión que los personajes de los mismos, son apodados en esta capital como: "cabezas parlantes". ¿Estas manipulaciones pueden calificarse como deshonestidad periodística? El lector tiene que dar su veredicto? ¿Qué dicen las empresas de televisión al respecto? Que lo que hacen son "prácticas aceptadas".

La prensa escrita no es inmune a estas faltas. Vamos a definir la labor y función de sus participantes. El reportero se debe limitar a relatar hechos, imparcialmente, sin colorearlos con sus opiniones. Los hechos deben de responder a estas interrogantes: ¿Qué, cuándo, dónde, cómo y por qué? Hay que ser muy cuidadoso al explicar esta última interrogante, el por qué. El reportero puede introducir, a sabiendas o por ignorancia, un elemento parcial o subjetivo en su crónica.

El columnista, generalmente, expresa su opinión sobre ciertos temas. El público sabe que el columnista no está obligado a la imparcialidad. Es más, su subjetividad es muchas veces su atractivo. Este periodista representa un punto de vista conocido, aceptado y compartido por un segmento del público. No engaña, porque da su opinión sin pretender ser objetivo.

El analista desmenuza los hechos, trata de explicarlos en un contexto histórico, político o de cualquier otro aspecto los temas que enfoca. Presenta, en lo que puede, una explicación de lo que hay detrás de una noticia o suceso. Su labor es dar más información al público sobre un tema para que los lectores puedan llegar a un mejor entendimiento de los sucesos o temas a tratar.

Los medios de comunicación suelen emplear "expertos" sobre diferentes temas a fin de profundizar en la información. Hay que tener mucho cuidado con los expertos. He encontrado, en los Estados Unidos, que muchos expertos en países latinos tienen conocimientos superficiales sobre los temas que tratan. Un fin de semana en un país una vez al año; amistades con diplomáticos; lecturas de libros de otros "expertos", no necesariamente califican a una persona para sentar cátedra.

Hace más de 35 años que resido en Washington, en contacto diario con políticos, diplomáticos, burócratas, periodistas, espías y otros habitantes de esta fauna. Trabajo, principalmente, como asesor de medios de prensa y tengo más dudas que respuestas, en muchas ocasiones. Washington es una ciudad muy dinámica y extremadamente compleja, es casi imposible entenderla y dominarla totalmente.

Laboro con un grupo de analistas conocedores y experimentados. En 1991, cuando la guerra del Golfo Pérsico, estábamos reunidos analizando los acontecimientos. Supimos que el primer bombardeo, silente y electrónico, había destruido los radares y computadoras iraquíes en las primeras cuatro horas de la guerra, el resto de la contienda fue una operación de limpieza. Concluimos el análisis con una buena documentación del mismo y se lo enviamos a la empresa que lo solicitó. Sin embargo, las estaciones de televisión continuaron hablando de la guerra por semanas. Mostrando una película de archivo, vieja, distribuída por el Pentágono que mostraba un mísil o cohete entrando por una ventana de un edificio. Pocos hablaron que la aviación y las computadoras estadounidenses, habían destruído en pocas horas, silentemente, las comunicaciones y los radares enemigos. Había que explicar que esta fue una guerra instantánea y electrónica; que marcaba el inicio de contiendas bélicas que tenían como principales actores técnicos anónimos, no generales. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Desconocimiento? No, las "cabezas parlantes" sabían que tenían un público cautivo y decidieron prolongar en los televisores una guerra que había terminado hacía días. Por supuesto, con la orden o aprobación de sus empresarios. No es secreto lo antes escrito, pero no es muy conocido.

Aclaremos un punto: un buen reportero es un investigador, ese es su trabajo. El termino, tan en moda, de reportero investigador es redundante. Pasemos a las entrevistas. Los que practican este arte son personas que deben escuchar y después comprobar todo lo dicho por el entrevistado. Desgraciadamente, la radio y televisión muestran que hay entrevistadores que hablan más que el entrevistado; que no toman el trabajo de verificar lo dicho por la persona. Muchos se excusan diciendo, que no tienen tiempo porque tienen que " salir al aire". Esta premura los lleva a propagar verdades a medias y a desinformar al público.

No quiero concluir sin mencionar la censura de prensa. La más prevalente y nociva no es la gubernamental, sino la empresarial. Son los dueños o directores de medios de comunicación los grandes censores. Irónica y paradójicamente, algunas veces, los más grandes enemigos de la libertad de prensa son los empresarios del periodismo que manipulan la información de acuerdo a sus caprichos o intereses. ¿Existe alguna forma de mejorar el periodismo? Sí, protestando a los patrocinadores y anunciantes de empresas deshonestas.


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© Marcelo Fernández-Zayas ( Todos los derechos reservados por el autor )





Luis Oscar Tolosa

El anonimato digital potencia el periodismo amarillo


FUENTE: SALA DE PRENSA
www.saladeprensa.org

Tomás Eloy Martínez:

Por Juan Cruz *


Tomás Eloy Martínez (Tucumán, Argentina, 1934) sufrió una operación delicada, se sometió a curas prolongadas, y mientras tanto escribió artículos, terminó una novela, Purgatorio, viajó a México a cumplimentar a su amigo Carlos Fuentes por su cumpleaños, y además tuvo tiempo de salir a cenar con amigos para discutir con ellos sobre todo lo que se mueve y para seguir siendo un miembro muy activo de la Fundación Nuevo Periodismo que preside otro amigo suyo, Gabriel García Márquez. Es su carácter. Fue periodista de chico, siempre quiso contar historias, y el día en que no cuente historias (verdaderas o de ficción) dejará de ser Tomás Eloy Martínez, el periodista.

Nosotros le entrevistamos en su casa de Buenos Aires (tiene otra en New Jersey, en cuya universidad de Rutgers es profesor) en medio de uno de esos vaivenes de salud que afrontó y afronta como un jabato en la hora más alta de la fabricación de un periódico o de una novela. Si tú preguntas en Argentina, en cualquier sitio, por el periodista que definiría hoy la pasión por este oficio, quién sería hoy un maestro, y una mayoría te dice este nombre.

Aunque ha sido alentado por los premios que ha recibido por sus novelas a abandonar el oficio, esta es su pasión; la ejerció en la revista Primera plana, en el diario La Nación; en el exilio, que le salvó de las garras de la dictadura militar argentina, trabajó como periodista en Venezuela y en México; en este último país, en Guadalajara, puso en marcha en un diario. Aunque ha dirigido redacciones, su pasión ha sido el reportaje, y de esa dedicación es un ejemplo múltiple su recopilación Lugar común la muerte.

Su enfermedad no le ha disminuido el énfasis tranquilo con el que se enfrenta a la vida, y en este caso al porvenir del periodismo. Después de hablar con él en Buenos Aires le dijo a unos periodistas argentinos sobre la esencia de sus dos oficios solapados, el escritor de ficciones y el periodista: "La literatura si no es desobediencia no es. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices. Todo lo que he escrito en la vida son actos de búsqueda de libertad. Nada me daba más placer -cuando publicaba mis primeros artículos en La Gaceta de Tucumán- que mi madre le dijera a mis hermanas: 'Tenemos que ir a misa a rezar por el alma de Tomás, que está totalmente perdida'".

Con esta alma totalmente perdida tratamos de juntar los pedazos del periodismo de ayer y de hoy.

Pregunta. ¿De qué viene esta pasión?

Respuesta. Desde que tengo memoria he querido contar historias. Como no me pagan por hacerlo, me desvié hacia el periodismo, donde eso era posible. Escribí crónicas y, como tuve un éxito modesto en esos ejercicios, cuando me propuse escribir novelas no quise dejarme llevar por la facilidad del oficio que había adquirido. Quise componer novelas puras, de espaldas a toda brizna de realidad, y no existen las novelas puras. Yo quería negar todo lo que era (el periodista, el crítico de cine, el investigador de las crónicas de Indias) y de hecho lo negué en mi primera novela, que data de 1967 y no he querido volver a publicar.

P. ¿Y el periodista cómo ve ahora este oficio?

R. Ante el periodismo, ante lo que vendrá, siento una cierta perplejidad; las formas de lectura están cambiando vertiginosamente y el periodismo de papel se está convirtiendo en un vehículo incómodo para la lectura. Mucha gente prefiere las versiones on-line de los periódicos, y yo les encuentro un riesgo, sobre todo en los comentarios a las noticias o a las opiniones. Por un lado, hay una libertad necesaria para escribir y para expresarse con soltura. Por el otro, el anonimato de los posteos abre el camino a una peligrosidad impunidad. No me preocupan tanto los descuidos y malos tratos a que se somete el lenguaje, que es nuestra herramienta esencial. Me preocupa más que se lea mal y que esa ligereza en la lectura derive en una ligereza en la acusación. El anonimato encubre una cierta infamia, encubre a veces sentimientos deleznables. Esto no es el periodismo, por supuesto; es una perversión del periodismo, pero es algo para lo cual el periodismo es un vehículo en este momento.

P. Pero ya había periodismo amarillo.

R. Lo había y lo hay. Lo que pasa es que esto potencia, multiplica, la fuerza del periodista amarillo. Todos los días vemos señales de este tipo de periodismo que se manifiesta en forma de acusación. Escribí una columna sobre la carnicería que se hizo con Ingrid Betancourt y con Clara Rojas cuando fueron liberadas por las FARC. Periodistas muy serios, con una larga trayectoria, añadieron leña al fuego de los chismes sobre la intimidad de las ex rehenes.

P. ¿Cómo tendrían que establecerse los límites?

R. Este es un trabajo básico de los editores. Cuando se fundó la Fundación Nuevo Periodismo la intención era proporcionar a los jóvenes periodistas, a través de los talleres, el tipo de educación sobre la edición de textos que habíamos tenido la gente de mi edad durante los tiempos de nuestra formación profesional. Esa educación ha sido arrasada ahora por la rapidez de vértigo con la que se trabaja.

P. ¿Cómo fue esa educación suya?

R. Empecé en el periodismo por necesidad, porque mis padres y yo mismo desconfiábamos de que el trabajo universitario y la literatura fueran a permitirme vivir: Así que empecé trabajando en La Gaceta de Tucumán, como corrector. Fue una escuela formidable, porque allí estaban todos los profesores desaprobados por el peronismo. Había un gran filósofo francés, Roger Labrousse; una extraordinaria profesora de Historia, María Elena Vela; otra profesora de Filosofía, Selma Agüero... Teníamos conversaciones muy ricas mientras discutíamos los problemas de la gramática o de las separaciones de sílabas. Esa fue mi primera forma de educación periodística. Si cuidas el lenguaje, la ética viene en consonancia, porque la responsabilidad empieza por la herramienta que manejas. Desde el principio yo supe que no había una sola verdad; sé que no hay una sola verdad y que si tú y yo narramos lo que estamos viendo en este momento lo contaríamos de forma diferente.

P. Muchas verdades, y muchas mentiras. Recuerda cuando en Internet se anunció la muerte del Nobel Le Clèzio un minuto después de que le dieran el Nobel...

R. Bueno, eso pasó con Le Clèzio y eso pasa cientos de veces, con muertes, con divorcios, con separaciones, con amoríos... Y no sólo sucede en Internet, sucede también en el periodismo de papel. Hay ejemplos memorables. Recuerda lo que pasó en The Washington Post con Janet Cooke, la periodista que se inventó la historia de un niño que se inyectaba heroína con el permiso de su madre..., y que era una historia falsa. Y la de aquel periodista mitómano que hizo caer a toda la cúpula de editores del New York Times porque no advirtieron que, por pereza, estaba creando una realidad completamente falsa. A ese tipo de tropiezos está expuesto también el periodismo que ahora consideramos verdadero.

Pero yo a ese respecto tengo una anécdota personal.

P. Adelante.

R. En mi primer día en La Nación me encargaron el obituario de Sacha Guitry. La necrológica era un género muy cuidado en el diario; escribí esa con los datos del archivo y con lo que yo recordaba. Me solté el lenguaje, no me fie sólo de los datos, y don Bartolomé Mitre, el director, vino a felicitarme. Sentí entonces que ese eco de un periodismo diferente podía tener una cierta repercusión en los lectores. Después me nombraron crítico de cine, y empecé a escribir críticas iconoclastas, disconformes. Un día nos quitaron la publicidad las grandes productoras; el periódico quiso que reformara mis criterios, y yo retiré mi firma. Me mandaron a ver muertos, a una sección que se llamaba Movimiento marítimo, sobre los ahogados en el Río de la Plata. Era un castigo. Me fui. Y malviví hasta que apareció Primera plana, la revista de Jacobo Timerman. Allí unos jóvenes dimos rienda suelta a nuestro apetito por narrar, y descubrimos otro país. Timerman se fue al año y medio. Nos quedamos al frente de la Redacción tres jóvenes rebeldes.

P. ¿Qué se siente al poner un periódico nuevo en marcha?

R. Un delirio. Con Timerman la revista era más conservadora; en 1963 se preguntó cuál era el hecho cultural del año, y yo dije: "Los Beatles". No salieron, pero pusimos en la portada a Borges, a Cortázar, a García Márquez, a Cabrera Infante. Antes de eso habían tratado muy mal en Primera plana los cuentos de Cortázar y La ciudad y los perros de Vargas Llosa. Descubrimos que había una literatura latinoamericana y gracias a eso fuimos abriendo paso a la literatura y nos alimentamos de ella...

P. Entonces se estaba inventando el nuevo periodismo en Estados Unidos, pero ustedes ya lo hacían en América Latina.

R. Y creo que además entre nosotros nació por instinto, por pura necesidad de narrar, por el vicio de leer novelas y por estar disconformes con el modo que se tenía de narrar la realidad. ¿Por qué no podemos narrar en periodismo como en las novelas? En dos de mis primeras novelas trabajo el nuevo periodismo: en La novela de Perón narro de modo novelesco una investigación muy seria, y en Santa Evita decido invertir los términos del nuevo periodismo. Si en la primera había contado, con los recursos de la novela, lo que me parecía periodísticamente cierto, en Santa Evita narro con los recursos del periodismo una ficción absoluta, y la gente se la creyó.

P. Se mezclan las aguas.

R. Y eso te obliga a tener un cuidado ético muy severo. El lector no se debe sentir confundido: la ficción es ficción y el periodismo es periodismo, porque corres el riesgo de pervertir ambos géneros.

P. Y el periodismo es una materia delicada.

R. Yo parto del hecho de que el periodismo es ante todo un acto de servicio, un servicio al lector. Con el periodismo tú le sirves a un lector; le presentas una realidad con la mayor honestidad posible, con los mejores recursos narrativos y verbales de que dispones. Pero en todo momento tienes que dejar bien claro que esa es la realidad que tú has visto, en cuya veracidad confías... En la ficción, en cambio, tienes que dejar en evidencia que esos datos que das no son confiables. Por eso puso debajo del título de Santa Evita la palabra novela.

P. El periodismo es una materia omnipresente. ¡Hasta en Borges!

R. Borges empieza siendo un periodista; dirige un suplemento cultural en el diario Crítica, ¡imagínate, el diario más popular de Buenos Aires! Ahí él arranca haciendo un periodismo de imaginación. De hecho, su Historia universal de la infamia está basada en hechos reales que él transforma en ficciones.

P. Y la obsesión de Gabriel García Márquez por el dato es equivalente a la que siente Truman Capote porque no se le escapen detalles en A sangre fría...

R. En el caso de García Márquez es porque a él le importa mucho la creación de un universo verosímil, aun en las novelas. El lector se identifica más con lo que narras si esto le parece verdadero... García Márquez es un obsesivo de la información; yo lo he visto trabajar en Noticia de un secuestro con una obsesión por la información precisa que va más allá de todo cálculo. Ya era en ese momento un escritor de primera línea, había ganado el premio Nobel y estaba trabajando en ese libro-reportaje como en cualquiera de sus novelas de otro registro. No hay que descreer de un solo dato. En cambio, no le creas ni un solo dato de El general en su laberinto: es todo invención e imaginación.

P. Se retroalimentan el periodismo y la ficción, y juntos constituyen el llamado nuevo periodismo. ¿Qué le dio el uno a la otra?

R. En primer lugar, un mayor y mejor acercamiento del lector al hecho tal como es. Porque proporciona una identificación entre el lector y los personajes a los cuales estás aludiendo. El viejo periodismo decía: "En el tsunami habido ayer en el sureste asiático murieron equis personas; una gran ola avanzó kilómetros y alcanzó aldeas y ciudades...", mientras que el nuevo periodismo empezaría así una noticia como esa: "La señora Tapa Raspatundra estaba en la orilla de su pueblo en Java cuando un enorme nubarrón en el horizonte le hizo prever la catástrofe, tomó a sus niños en brazos y escapó de una tragedia que causó equis muertos". Cuentas el horror de la ola e identificas al lector con un personaje que vive en primer plano la tragedia. El relato introduce al lector en la historia.

P. ¿Y el periodismo de siempre se está alejando del periodismo deseable?

R. Siento que en el periodismo tradicional se trata al lector como si tuviera doce o catorce años; en vez de alzar a los lectores hacia la inteligencia de su medio rebaja su lenguaje. Se trata de masificar el periodismo, y esta es una de las enfermedades de esta época.

P. Otra enfermedad es la conversión de la información en espectáculo.

R. Pensando que esa frivolización atrae lectores... Para eso es mejor publicar en los faldones del diario trozos de novelas, como se hacía en el siglo XIX...

P. Los políticos también son presentados ahora como parte del espectáculo, y ellos mismos se comportan a menudo como si fueran actores, ávidos de la cámara...

R. No dudo que el efectismo sea más entretenido, pero la misión del periodismo es no obedecer. El periodismo es un acto de servicio, pero no es un acto de servilismo, y por lo tanto los periodistas tienen que hacer aquello que su conciencia le dicta... El poder o amordaza o trata de comprar al periodista; pero primero trata de halagarlo, y hay formas muy sutiles de halago: programas en las televisiones del Estado, una forma nueva del sobre a fin de mes.

P. Usted pasó una experiencia central en su vida, la dictadura militar. En épocas así el periodismo no se reconoce a sí mismo.

R. La dictadura tuvo un efecto muy nocivo, muy venenoso en mi país, y cercenó muchas de las dignidades periodísticas de ese tiempo, no sólo en Argentina, también en Chile... Y yo pasé ese tiempo en Venezuela, en el exilio. En aquella época no existía la posibilidad de acceder a la lectura diaria del periodismo en otro país. En la distancia se veía que aquel proceso que se vivía en Argentina era dictatorial, y atrozmente dictatorial. Recuerdo que a los pocos días de estar en El Nacional de Caracas, donde me acogieron, me pidieron una crónica sobre Argentina. La titulé Una larga marcha entre los escombros; recogía ahí los nueve puntos de la Junta Militar, que condenaba a la ciudadanía a la obediencia ciega. Me decían: "Te equivocas, Videla es el bueno; ha triunfado la línea más civilizada del Ejército, hay una línea más perversa..." La había, pero Videla había preparado arteramente la matanza completa de toda conciencia de la sociedad.

P. Brecht decía que había que cantar también en tiempos sombríos. ¿Y hacer periodismo?

R. En Brasil hubo momentos memorables bajo la dictadura; cuando la censura oficial prohibía la publicación de ciertas noticias los periódicos salían con espacios en blanco allí donde hubieran sido impresas tales informaciones. En Argentina eso no sucedió. Aquí o eras cómplice o no sabías a qué te exponías. La complicidad fue una exigencia para poder trabajar en el periodismo. Los periodistas chilenos han pedido disculpas por su obediencia a la dictadura de Pinochet. Los periodistas de mi país no han pedido disculpas. Muchos de ellos se enorgullecen de lo que hicieron: creen que hicieron lo correcto y estaban de acuerdo con lo que se hacía.

P. Cuando García Márquez le entregó a Iñaki Gabilondo el premio de la Fundación Nuevo Periodismo le dijo en alto que ahora leía la prensa y se ponía a rabiar como un perro. ¿A usted le pasa?

R. Lo que pasa es que a Gabo le molestan ciertas carencias de calidad en la prensa, ciertos errores en la calidad. Más de una vez se ha ofrecido a corregir gratis El tiempo de Bogotá. Él se levanta rabioso cuando lee títulos mal puestos o equivocados, copetes [entradillas] que repiten la noticia del título...

P. ¿A usted le pasa?

R. No, no me comprometo tanto con lo que leo, soy un lector más pasivo... Me irrita, por ejemplo, la confusión de nombres, porque creo que la identidad de una persona es también un nombre. Si tú confundes a una persona y la llamas de otra manera, disminuyes a esa persona. Y me molestan erratas torpes. Ves una errata y ya no te crees el resto. Y ves un error, y el resto te parece garrafal.

P. Con todo lo que hay sobre la mesa sobre lo que es el periodismo hoy, ¿cuál sería su diagnóstico sobre el porvenir del oficio?

R. Periodistas habrá siempre, como narradores. Defoe es anterior al periodismo, como Homero o Herodoto; eran todos narradores de hechos que daban como ciertos, y la historia sigue en pie gracias a que el hombre siempre tuvo vocación de narrar sus hechos. No narraba las ausencias: narraba aquello que le parecía narrable o contable. Sólo lo escrito permanece; aquello que no ha sido narrado no existe, y lo que ha sido escrito se convierte en verdad. Y eso seguirá siendo así. ¿El periodismo? Las transformaciones son muy vertiginosas. Cuando yo era un niño no había televisión, había radio y era una radio mucho más precaria que la de ahora. En mi primer trabajo en el periódico las grabaciones de las noticias se hacían en cilindros de cera. La primera vez que fui a Madrid a entrevistar a Perón, en 1966, las noticias se transmitían por télex, o por telegrama. Y ahora mira los adelantos que hay. A este ritmo, ¿cómo quieres que prediga el futuro?

P. ¿Y el pasado? ¿Qué le ha dado este oficio?

R. Un buen modo de ganarme el pan. Un modo decoroso, esforzado y muy laborioso. El periodismo generalmente no está bien pagado, pero sea cual fuese el salario yo he procurado dar lo mejor de mí, porque lo que siempre me pareció es que estaba en juego mi persona, mi ser, mi naturaleza humana, y no lo que recibiese a cambio. Eso es lo que me ha dado el oficio.


* Juan Cruz es adjunto a la dirección del diario español El País, donde publicó esta entrevista el 8 de febrero de 2009.

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Luis Oscar Tolosa

LOS 15 PECADOS DEL PERIODISMO ARGENTINO


(que los periodistas reconocen)

José Crettaz *

FUENTE: SALA DE PRENSA
www.saladeprensa.org

En el catolicismo, la religión que inventó el confesionario, los pecados sólo tienen perdón si se dan dos condiciones: el reconocimiento de haberlos cometido y el propósito de enmienda. El psicoanálisis sostiene algo parecido, para «trabajar un tema” primero hay que descubrirlo. Y un viejo aforisma afirma que para empezar a resolver un problema, lo importante es advertir su existencia.
Bueno, sin pretender autoflajelarse sino con la intención de alcanzar sus dos objetivos principales (la ética y la calidad en el ejercicio del periodismo) el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) encaró su reciente IV Congreso Internacional La Responsabilidad Social de los Medios y el Periodismo con la idea de encontrar las propias debilidades de la profesión. Por eso, el foro invitó a representantes de distintos sectores de la sociedad (dirigentes políticos, sociales, de ONG, religiosos, etc) para que… acusaran nomás.

Y Fernando Ruiz, profesor de Periodismo y Democracia en la Universidad Austral (UA) y tesorero de Fopea, se tomó el trabajo de sintetizar lo mejor (en realidad, lo peor) de esas mesas y listar unos 15 «pecados” del periodismo en Argentina. Cualquier consultora en recursos humanos -¿por qué son pocos los que prefieren hablar de factor humano?- diría que más que pecados son «oportunidades de mejora”.

Con el permiso del Foro (que integro junto a otros casi 300 colegas de todo el país), me permito reproducir aquí las conclusiones del trabajo de Ruiz (autor de al menos dos muy buenos libros, uno sobre La Opinión de Jacobo Timermann y otro sobre el periodismo independiente cubano -por este último trabajo estuvo detenido e incomunidado un rato largo en La Habana-). Ahí va…

Este congreso fue un hecho inédito en el periodismo argentino. Una de las principales asociaciones de periodismo convocó a todos los sectores políticos, económicos, sociales y culturales para pedirles que lo critiquen. Durante un día y medio se produjo un desfile de expositores que expresaron aquellas cosas que, a su juicio, el periodismo hace mal, o podría hacer mejor. Para cerrar el congreso, se realizaron tres plenarios, en los que todos los periodistas asistentes al congreso debatieron lo dicho por los diferentes sectores.

El siguiente documento está elaborado con las críticas expresadas por los diferentes expositores y los documentos elaborados por los tres plenarios.

Estos serían, según los expositores del Congreso, los quince problemas principales del periodismo argentino:

(1) Tiene extrema facilidad de pasar del caso particular a la generalización, y allí comete la injusticia de poner a todos en la misma bolsa. El que más generaliza es el que más ignora. Esta crítica se mencionó en las mesas relacionadas con la cobertura del Poder Judicial, de las religiones y de la actividad política.

(2) Ignorancia estructural sobre el funcionamiento de algunas áreas específicas del estado, como el Poder Judicial, el funcionamiento de los organismos de control, las áreas de salud y educación, el poder legislativo, y la estructura estatal en general. Se dijo que los periodistas utilizan poco los informes que el propio estado genera en sus distintas áreas.

(3) Coberturas reduccionistas de temas públicos de enorme importancia. En el caso del Poder Judicial la cobertura se limita sobre todo al fuero penal. En el caso de la violencia de género esta tiende a aparecer como problema policial y no como un tema social. También en esta mesa se dijo que la mujer tiende a ser considerada como testimonio, y no tanto como especialista. En la mesa sobre derechos humanos también se indicó que la agenda de este tema se había ampliado pero, sin embargo, los medios seguían reduciendo este tema a las violaciones de la etapa de la última dictadura. En el caso de los chicos en situación de delito, nada se dice de la cantidad de veces que la policía los detiene en forma arbitraria. En el caso de los políticos, el reduccionismo consiste en cubrir solamente las diferentes internas partidarias de los partidos más grandes. Para los movimientos sociales, consiste en cubrir las formas de protesta y no tanto las demandas que tiene ese actor social para protestar.

(4) Difusión de mitos. En la mesa de niñez, se habló de cómo los medios distribuyen mitos sin verificación: “entran por una puerta y salen por la otra”, o “cada vez hay más chicos que roban”.

(5) Falta chequeo de la veracidad y precisión de la información. Esta crítica se mencionó en la mesa sobre el poder judicial y los organismos de control. En la mesa de salud se indicó que hay falta de verificación de la pertinencia de fuentes supuestamente expertas.

(6) Tendencia a sostener prejuicios en sus coberturas. Esta critica se mencionó en la mesas sobre justicia, organismos de control, y educación. En la mesa de empresas se habló de un prejuicio anti-empresario que no sería exclusivo de los periodistas sino que forma parte de la cultura argentina.

(7) Sospechas de connivencia entre los periodistas y los intereses políticos y empresarios. En la mesa de los políticos se refirieron a la “permeabilidad” de los medios a las operaciones de prensa.

(8) Tendencia a la estigmatización y a la discriminación. Esta crítica surgió en la mesa de educación para señalar que a los jóvenes se los estigmatiza como una generación poco comprometida. También surgió en la mesa de géneros, y en la mesa sobre niñez al referirse a los chicos en situación de delito.

(9) Ausencia de buenas noticias. Esta crítica se menciona en la mesa sobre temas educativos. Se menciona que la cotidianeidad de las aulas no aparece en la cobertura informativa, mientras que se sobredimensiona la violencia y la conflictividad en la escuela. En la mesa sobre niñez también se dijo que la enorme mayoría de noticias vincula a los chicos con la violencia.

(10) Centralización informativa.

(11) Tendencia a la emocionalización. Algunos temas tienen poca cobertura en la televisión pues los enfoques periodísticos que se utilizan no pueden darle un suficiente nivel de atracción para la audiencia.

(12) Falta de contextualización. Esta crítica se mencionó en la mesa de género para señalar que la violencia machista muchas veces se cubre en forma aislada, y no como un problema social.

(13) Mucha dependencia informativa de las fuentes oficiales. Para el caso de la violencia de género se indicó que la dependencia de fuentes policiales refuerza la visión machista. Para el caso de los chicos en situación de delito, rara vez estos son fuente.

(14) Dificultad para informar en situaciones de gran incertidumbre. En la mesa de salud, haciendo referencias a las epidemias ocurridas durante el 2009, se dijo que el periodismo contribuyó a aumentar la incertidumbre.

(15) Falta de seguimiento. Se mencionó en la mesa de género y en la de Poder Judicial y organismos de control.


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* José Crettaz es licenciado en Comunicación Social (Universidad Austral) y Magíster en Administración de Empresas MBA (UADE Business School). Es redactor de La Nación y miembro de Fopea. Este texto lo publicó en su blog Latin American media & Entertainment Observatory.





Luis Oscar Tolosa

domingo, 20 de febrero de 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

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Circuitos y Talleres

sábado, 12 de febrero de 2011

III Encuentro de Cátedras de Periodismo de Investigación


Estimados:

Los invitamos a participar del III Encuentro de Cátedras de Periodismo de
Investigación que organiza RedCom y que este año se llevará a cabo en
nuestra Facultad.

Será los días 18 y 19 de marzo en la sede del Bosque y sería de gran
importancia que nos acompañaran, como colegas y ex alumnos del Taller.
Toda la información la estaremos publicando en nuestro blog, para que
puedan estar al tanto de las novedades.

Quienes estén interesados en exponer sus experiencias, por favor
comuníquense con nosotros a la brevedad.
Cualquier consulta no duden en escribirnos.
Los esperamos!


--
Taller de Periodismo de Investigación
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
UNLP

http://www.periodismodeinvestigacion.wordpress.com




Luis Oscar Tolosa