domingo, 10 de abril de 2011

Premio Rodolfo Walsh: la disputa por la comunicación


Premio Rodolfo Walsh: la disputa por la comunicación
Enviado por Prensa y Difusión el Vie, 08/04/2011 - 03:07.
El reconocimiento a Hugo Chávez en la opinión de Jorge Bernetti

Escribe Jorge Bernetti, docente de la Facultad, director de la Maestría en Periodismo, ex director de la Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social (1989-1995)

La entrega del premio “Rodolfo Walsh” por cuenta de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social al presidente venezolano Hugo Chávez ha quedado insertado -y no podía ser de otra manera- en la disputa por la comunicación que se verifica desde hace dos años en Argentina. Desde el momento en que se estableció por el Congreso Nacional la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el debate teórico, las acciones políticas y los enredos judiciales son los campos donde se lucha por construir en la producción y la emisión los nuevos derechos garantizados por la legislación.

Esta disputa por la comunicación no constituye solamente un episodio argentino, sino que se escenifica en toda la geografía latinoamericana. En ese marco, el proceso político que encabeza Chávez en Venezuela también desarrolla, desde sus particularidades específicas, una lucha muy encontrada por la democratización de la comunicación. La FPyCS premió a través del “Rodolfo Walsh” esta línea de renovación latinoamericana de los procesos comunicativos, decisivos para la democratización política y el diseño de las reformas económicas, sociales y culturales propuestas por mayorías privadas de derechos laborales, pero también alimentarios, genéricos y simbólicos.

En la histérica reacción de los grandes complejos mediáticos argentinos se construyó un escenario donde un conflicto gremial, que forma parte del conflicto político que el Gobierno y gran parte de la sociedad sostienen con el Grupo Clarín y sus socios, y aliados, pasaba a convertirse en una supresión de derechos -los de expresión y prensa en este caso-, situación en la que se paralelizaba este evento con la política de Chávez. Y, por lo tanto, se repudiaba el otorgamiento de la distinción.

Como igualador de ambas situaciones -las de Argentina y Venezuela- aparecía el fantasma de la dictadura. Ocurre que Chávez es un gobernante legal y legítimo que frente a una muy dura oposición, se ha legitimado claramente por vías democráticas. Por el contrario, sus opositores cometieron un golpe de Estado que solo frustraron la decisión del pueblo y de la mayoría de las FF.AA.

Aquel golpe fue preparado por la acción continua del coro monocorde de los grupos mediáticos venezolanos, tan concentrados como históricamente reaccionarios. Lo distintivamente autoritario es que la enorme mayoría de los medios escritos y electrónicos de Venezuela responden al poder concentrado y a la oposición política. Chávez ha abierto paso a un paulatino proceso de democratización en la comunicación que es fuertemente resistido por quienes estiman que solamente la voz de los intereses comerciales es la que debe ser habilitada para tener la palabra y dibujar la imagen sobre la vida y el poder en Venezuela.

Como a los conservadores argentinos, a imagen y semejanza de sus colegas caribeños, no les gusta tampoco el origen étnico del presidente venezolano ni su caudalosa expresividad, ni su tratamiento directo de los temas en cuestión, construyen estos intereses una imagen del cuestionado de la que ninguna explicación racional puede dar cuenta, sino apelando a la defensa de intereses económicos.

El premio “Rodolfo Walsh” es una de las construcciones académicas de la FPyCS que ha producido innovaciones en múltiples espacios. El “Walsh” ha premiado a periodistas y académicos de muy diversa procedencia, en función de sus méritos para producir avances y aperturas en los discursos públicos. Algunos de los premiados no comparten ni la línea académica de la FPyCS ni tampoco las opiniones políticas de la mayoría de su comunidad.

No resulta sorprendente, sino todo lo contrario, que ni la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), ni la Asociación de Televisoras Argentinas (Ata), ni la Asociación Argentina de Televisión por Cable, todas ellas hegemonizadas por el Grupo Clarín, se hayan pronunciado sobre la cuestión que impide que la señal Telesur pueda verse en los servicios que presta Cablevisión y sus asociadas en todo el país. Ni tampoco, que sobre la discriminatoria situación haya emitido una de sus solemnes catilinarias la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Ocurre que Telesur, el mayor intento de una televisión latinoamericana, no puede ser visto por los abonados al servicio proporcionado por Clarín. Como tampoco puede ser vista la señal de noticias argentina CN23. El despropósito del tema es que el concesionario Clarín no informe a su público que el proyecto es que se pueda ver también Telesur y CN23 y no que se borre a TN, por ejemplo. La situación actual es exactamente la contraria y es claramente repugnante a los principios de “libertad y competencia” voceados rutinariamente por Clarín y La Nación.

Esta situación es paralela a la rebelión del Grupo Noble-Magneto respecto del diseño de la grilla de las señales de cable dispuesta por la autoridad pública en comunicación. Este diseño de la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) está dirigido a favorecer la comparación para los usuarios y estimular la competencia entre los prestadores.

El sentido de cambio que atraviesa tanto a Argentina como a Venezuela brindó el marco para el otorgamiento del premio “Rodolfo Walsh” al presidente Chávez. Uno de los componentes fundamentales de las batallas por la comunicación es que los contendientes tratan de asumir para sí las mejores banderas. Es una paradoja reiterada que los monopolistas de las palabras y de las imágenes quieran vestirse con la bandera de la libertad de expresión y hasta la de empresa. Ni en la primera categoría, en la que ejecutan una torcida censura, ni en la segunda, donde ejercen groseramente el monopolio, tienen la razón.

Rodolfo Walsh “dirigió” la edición de 1973 de su libro Caso Satanowsky “a los compañeros que desde las comisiones internas, la Agrupaciones de Base y, en particular, el Bloque Peronista de Prensa, combaten diariamente a la raza de los envenenadores de conciencias: nuestros patrones”. Viene a cuento recordarlo en la ocasión.

Luis Oscar Tolosa