lunes, 29 de enero de 2007

MI ROMANCE CON LA COMPUTADORA




Me siento frente a la computadora y la miro fijamente a los ojos, mejor dicho a su ojo, a ese ojo rectangular que refleja la luz del techo y me molesta, también refleja mi cara sobre un fondo gris luminoso. Ella también me observa, pasiva, serena, expectante; me es fiel y espera que yo haga algo, un movimiento con el mousse, accione el teclado, le dicte algo; la invite a ser mi cómplice de lo que pretendo hacer.

Tenemos un buen romance con la compu, nos conocemos desde hace muchos años, trece y nueve meses para ser más exactos. ¡Claro, mucho ha cambiado!, por entonces hablábamos en D.O.S., sus reflejos eran más lentos, su memoria muchísimo menor a la actual..., como sucede con los niños, sus vidas son nuevas y a medida que avanzan crecen, en vivencias, en experiencias, y también en memoria.

Cuando nos conocimos ella era algo muy especial, sorprendente, enigmática, impredecible; pero fueron pasando los días y nos fuimos entendiendo, con tropiezos, ¡seguro!, pero.....¿quién no los tiene cuando avanza en una relación? Yo la idealizaba, era perfecta, los errores eran sólo míos, y trataba constantemente de remediarlos. Cuando comencé a descubrir los de ella traté de disimularlos, o de acreditármelos a mi por mi falta de conocimientos....¡Ella era perfecta!, ¡casi mágica!

Nos conocimos por razones de trabajo, necesitaba aumentar mi eficiencia y no quería relegar posiciones en el campo laboral. Nos presentó Alicia, una amiga, nos veíamos una vez por semana, con el tiempo sentíamos la necesidad de estar más en contacto, creció una necesidad del uno con el otro; y desde entonces no nos hemos alejado. Ella me conoce mejor de lo que yo conozca a ella. Me observa, sabe si sufro o estoy alegre, me simplifica todo lo que necesito, me ayuda, me aconseja, me distrae; me relaciona con más amigos, me muestra el mundo...¡Me mantiene comunicado!

Llevamos más de trece años juntos, ella cambió mucho, mejoró día tras día, tuvo una eficiente adaptación al curso de la vida con sus adelantos tecnológicos y necesidades, tanto económicas como sociales. Yo trato de seguir sus pasos, pero muchas veces me supera; aunque no hemos generado una competencia entre ambos. Respeto su intimidad, no pretendo más de los que nos une, que es esta comunión de necesidades laborales, sentimientos, deseos de vencer cualquier vestigio de soledad.

Me observa..., y yo a ella..., sabe que guardo lindos recuerdos y conoce mi necesidad de afecto...., comienzo a acariciar sus teclas, deslizo mi mano derecha hacia el mousse, la miro de frente y me sonríe, ella también encierra lindos recuerdos en su memoria...., nos entendemos perfectamente; yo escribo, ella recrea mis pensamientos; somos el uno para el otro; como si bailáramos, giramos, giramos, volvemos a girar....es un vals....son sueños....escribo y ella responde...nos amamos.

Atrás quedan los malos recuerdos, los cortes de energía eléctrica que nos separó algunas veces. Las saturaciones que la llevó a responderme “No se puede mostrar la página”..., todos problemas ajenos a ella que también ha sufrido por eso, ¡y los virus....!, ¡cuántas veces se vio atacada por los virus y me miraba suplicante!, ....ahí estaba yo para cuidarla, para hacerla tratar por un profesional...., para que nada ni nadie nos separe.

Hoy sabemos que podemos convivir, que sabemos superar cada momento crítico que se nos interponga.... Llevo escrito 37 líneas, la acaricio, se deja acariciar, me sonríe..., guardo en mi carpeta, le doy un beso y le digo que la amo..., me sonríe, no la apago, no quiero que duerma...., siempre la dejo encendida, como encendido está mi corazón....


Luis Oscar Tolosa

No hay comentarios: