domingo, 25 de marzo de 2007

REENCUENTRO



No fue casual..., los dos sabíamos que ocurriría, nos habíamos enviado señales evidentes que el amor aún nos unía, el deseo de estar juntos perduraba y en alguna oportunidad se concretaría el anhelado reencuentro ..., sólo había que darle una ayudita, y los pretextos se incrementaron; un día un favorcito aquí, otro una necesidad por allá, las comunicaciones telefónicas denotaron el temblor nervioso en las voces, propio de la emoción a cada lado de la línea.

Y llegó el día, superfluas razones laborales sirvieron para crear la situación, la detención frente a su casa, el número en la pared tantas veces observado años atrás..., y el timbre que desde el interior ya se esperaba a esa hora. Se abrió la puerta y la sonrisa más linda del mundo se dibujó una vez más en su rostro..., un beso en las mejillas y ya en el interior, alejado de las miradas indiscretas de algún vecino detrás de una ventana..., el abrazo, largo, interminable, ansiado tras un alejamiento que nunca tuvo un motivo...definido.

Dos lágrimas bajaron por las mejillas hasta los finos y tentadores labios que con dulzura tantas veces susurraron “te amo”...
_Perdón, tenía muchas ganas de verte, disculpame..., sentate, ¿te preparo un café o tomamos unos mates?
_Mejor unos mates, dije lamentando que ese momento mágico se haya cortado, pero tampoco era lógico que en el primer minuto intente besarla..., sólo deseaba que se vuelva a repetir, entonces si, no lo desaprovecharía. Mientras ella hablaba de su trabajo, de la “gordita” que fue a pasar unos días con su padre y de su pueblo que fue nuestro por varios años.

Se sentó muy cerca y alcanzó el mate, nuestros dedos se rozaron y lo notamos con un estremecimiento..., nos mirábamos a los ojos, los de ellas son hermosos y brillaban como hacía años lo hacía en los encuentros sublimes. Por momentos no respondíamos de manera coherente a cada tema que tratábamos..., era porque los dos estábamos más allá de los temas comunes e imaginábamos algo diferente, más íntimo, más concreto. Así pasaron dos horas hasta el almuerzo...
¿Te quedás, si?, preparo algo rápido para comer..., ¡dale, decí que si y ayudame con el pollo!, yo preparo la salsa...

Imposible contestar que no, si era lo que esperábamos ambos, pero el almuerzo fue para contarnos nuestras vidas actuales, y también lo pasado, los recuerdos, algunos amores que no fueron tales, sino sólo efímeras parejas que aliviaron las horas de soledades en las que aflora el dolor del amor dejado atrás por circunstancias que nada tienen que ver con los sentimientos. No fui de volver sobre mis propios pasos pese al sufrimiento ante las rupturas, pero ahora fue distinto, tal vez porque nunca nos habíamos alejado más allá de lo físico.

El café es uno de los pretextos más utilizados para los encuentros, y con el sencillo acto de girar la cucharita dentro del posillo para lograr la disolución del azúcar, se producen las miradas más profundas, se reflejan en ellas los reclamos del alma y el clamor de los corazones; y no fue esta la excepción..., un tema trajo otro y las manos se juntaron, también los cuerpos..., y más aún esa espiritualidad indescriptible que hace al amor algo tan personal que cada uno lo vive de maneras indescifrables...

El día pasó y la pregunta surgió una vez más..._ ¿Te quedás, si?, y la respuesta fue otro prolongado beso y una noche en la que el sueño estuvo ausente hasta la llegada del día, y el domingo pasó casi sin ver el sol..., pero llegó la noche y con ella se aproximaba la despedida...,
_¿Y si te quedás, te vas a la madrugada?, ¿llegás a horario?...
Y si, no esperaba otra alternativa y deseaba que el fin de semana no acabara nunca.
Cuando el reloj comenzó con su melodía a marcarnos el final del reencuentro tan esperado y de manera maravillosa disfrutado, se inició la despedida, con el desayuno primero, con un fuerte y prolongado abrazo luego, y sellado con el más tierno y dulce beso al final...
_Espero que se repita, fue hermoso, volví a sentir el amor como antes, como nunca más lo había experimentado y que hoy me deja con esta sensación de satisfacción y vacío por lo que vendrá...(me dijo como al producirse nuestro encuentro, con lágrimas en los ojos).
-Deseo que no haya sido sólo un sueño-, le dije cuando me separaba y las yemas de nuestros dejos fueron el último contacto, mientras imaginaba sus ojos húmedos detrás de mi, tan húmedos como los míos, ¿palpitaría tanto su corazón, como sentía el propio en mi pecho?, estoy seguro que si..., sólo deseo que no haya sido un sueño..., nada más, si no lo fue..., habré regresado a la vida.


Luis Oscar Tolosa

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